03 agosto 2010

El fútbol, de luto

Uno de los grandes backs de Racing y la Selección
A los 84 años, murió Dellacha El pelo prolijamente recortado en los costados, el pecho peludo que asomaba entre la camiseta de cuello abierto. Las piernas gordas y fuertes. Su estampa. El mundo del fútbol está de luto por otra perdida de las que se sienten. Producto de la enfermedad de Alzheimer (demencia senil), el fin de semana pasado falleció el ex defensor Pedro Rodolfo Dellacha a los 84 años en un geriátrico de Vicente López.

Don Pedro del área, nacido el 9 de julio de 1926, comenzó su carrera en Quilmes en 1945 y fue participe del equipo campeón de la B que logró el ascenso a Primera en 1949. En total jugó 74 partidos y marcó dos goles. Luego pasó a Racing en 1952, dónde jugó 184 partidos (1 gol) y salió campeón en 1958. El resto de su carrera la terminó en el Necaxa de México. Dellacha jugó 35 partidos en la selección entre 1953 y 1958 y fue el capitán del recordado equipo de Los Carasucias que ganó el Sudamericano de Lima en 1957, año en el cual obtuvo el Olimpia de Oro. Además, fue campeón del Sudamericano del 55 disputado en Chile. Al retirarse decidió ser técnico y dirigió, entre otros equipos, a Independiente (Campeón de la Libertadores 1972 y 1975), San Lorenzo, Racing, Nacional de Montevideo hasta terminar en Santos Laguna en 1993.

“Aunque la verdad sea dicha, más tarde o más temprano vamos todos a la misma cancha, hay que empezar a llorar a un jugador tremendo. Yo jugué con el en Racing y en la Selección, y por eso doy fe de que nunca empezó un partido contemplando la posibilidad de perderlo. Pedrito fue un defensor feroz. Tan duro en el campo de juego como buena gente y hombre sensible fuera de él”, reflexionó su amigo del fútbol y de la vida Juan José Pizzuti.

Y si la opinión del ex técnico de Racing no alcanza para retratarlo, Roberto Fontanarrosa desde su libro No te vayas campeón y en un extenso pero hermoso fragmento, lo pinta mejor: “Don Pedro Dellacha había sido diseñado para vestir la celeste y blanca, la de Racing o la de la Selección. Era macizo, ancho, concreto, con unas piernas de músculos enormes que siempre tenían rasguños verdosos de tanto arrastre por el césped yendo a los pies como una locomotora, o cubiertos de barro por el fango de aquellas canchas que se ponían imposibles ante la menor lluvia”.

“Siempre había algo épico en Dellacha, algo de titán mitológico que defendía una fortaleza, de león rodeado por el incendio. Cabeceaba con esos parietales ya casi a la intemperie por la calvicie. Era lindo verlo a Dellacha, porque era elástico, espectacular, perentorio. Era el que llegaba al cruce cuando no llegaba nadie y el que nunca perdía en la trabada postrera”. Brillante.

Lo cierto es que se fue un grande del fútbol y lo menos que se podía hacer era despedirlo con algunas líneas. “Mala noticia para un domingo a la tarde. De las peores, amigazo”, se entristeció Pizzuti. Y sí, José…

Roman Exquisito


MONTENEGRO 10

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