07 junio 2011

Parecía de Quilmes, pero Boca reaccionó y llegó al empate

Con su gol, el n° 227, Palermo alcanzó a José Sanfilippo en la tabla de máximos goleadores
La desazón domina la escena, es todo llanto y tristeza por aquí en el Centenario. Hay un par de gritos de alegría allí adelante. Son los de Boca que tras un semestre pobrísimo aún sueñan con clasificar a la Sudamericana. Festeja sobre todo que remontó un partido en el que caía, y de forma justa, por 2-0. Festeja también Palermo, que con su gol llegó a los 227 en el fútbol argentino, alcanzó a José Sanfilippo en la tabla de máximos goleadores y pasa a formar parte del selecto Top Five. Pero aquí sin embargo es todo llanto. Dos zapatazos de afuera del área condenan casi a Quilmes a jugar la próxima temporada en la B Nacional. Ya no importa lo que pase con Gimnasia, o con Huracán. Quilmes debía ganar y no lo hizo, y por eso la congoja. Ahora debe esperar por un milagro, sencillamente.
Había empezado favorable el encuentro para el local. Fallas en el fondo de la defensa de Boca le dieron la posibilidad a Quilmes de ponerse en ventaja. Corvalán tira el centro desde la izquierda en busca de un compañero y Caruzzo intervino, pero en su intento por rechazar cabecea para su propio arco y abre el marcador porque Lucchetti había salido para cortar el envío. Antes de eso, Boca había tenido sus posibilidades también con un disparo cruzado de Mouche desde la izquierda, y un remate de Caruzzo tras un corner a centímetros de la línea que Trípodi tapó de forma fenomenal. Minutos más tarde, Colazo recibe del Pochi Chávez, queda mano a mano con el arquero y define pero el árbitro Pittana le anula el gol por una posición adelantada que no fue. Protesta Falcioni. Era más Boca a esa altura del partido, no sólo para las situaciones, sino porque era el dueño de la pelota. No pasaba sobresaltos hasta que llegaron las fallas en el fondo y con ellas el gol encontra de Caruzzo. Quilmes, entonces, pasaba a ganar más por defectos del rival que por méritos propios. Creció, no obstante, tras la apertura del marcador.

Romeo, que estaba un poco desaparecido, comenzó a aparecer pero por impericia no pudo anotar su gol en la red. Primero se lo perdió por pegarle mal a la pelota luego de que Caneo, tras una guapeada espectacular por la izquierda, lo habilitara. Después, otra vez con un pase de Caneo, tuvo un mano a mano inmejorable con Lucchetti que también dilapidó pero esta vez por haber nacido derecho y tener que resolver esa situación con la izquierda. El disparo pegó en el cuerpo del arquero y se fue por la línea de meta. Y de ese tiro de esquina, precisamente, llegó el segundo de Quilmes gracias a Danilo Gerlo, quien remató en el centro del área luego de verse beneficiado por un mal despeje de Lucchetti. Era 2-0 y alivio en todo el banco Cervecero con Ricardo Caruso Lombardi a la cabeza, que ahora seguía gritando pero un poco más tranquilo y no tan desesperado. Para colmo Romeo volvió a contar con otra situación de riesgo pero Lucchetti esta vez respondió bien y evitó lo que hubiese sido el 3-0.
Así se fue la primera parte, con Quilmes y su sensación de que quedarse en Primera no era un utopía y con Boca lamentándose una vez más por una campaña deplorable.

En la segunda etapa Boca salió dispuesto en busca del descuento. Lo tuvo a los 8 minutos con un remate de Chávez desde afuera del área (antes hubo una estupenda jugada de Mouche) pero Trípodi se volvió a mostrar firme. Entró Rivero por Erviti y Boca mejoró. Y tanta insistencia tuvo su premio a los 17 minutos cuando Palermo, el gran goleador, tomó la pelota y le pegó desde 30 metros ante la inútil estirada del arquero de Quilmes. Llegó a los 227 goles en el fútbol argentino e igualó a Sanfilippo. ¿Habrá sido ese el último gol de Palermo o contra Banfield volverá a inscribir su nombre en la red? La chance de superar ahora al ex goleador de San Lorenzo es el único incentivo que le queda. Al menos en lo personal porque Boca sigue teniendo chances de clasificar a la Sudamericana. Por eso siguió intentando y buscando el empate. Y lo consiguió con otro zapatazo desde afuera del parea, esta vez de Chávez, quien tras enganchar, pisarla y acomodarse la puso en el palo contario al de Palermo. 2-2 y Caruso completamente desbordado por la bronca.

Quilmes ya no llegó con peso, ni siquiera salía dispuesto a quemar las naves. Eran sus últimos minutos en Primera y no había reacción. Faltó audacia, decisión. Pudo haberlo ganado con ese tiro libre de Sebastián Martínez que Lucchetti echó al córner, pero fue parda y mucho no se puede discutir. Ganó Boca y Caruso se fue con lágrimas en los ojos. Al igual que todo Quilmes que llora este descenso directo que hoy casi ya es una lastimosa realidad.

Roman Exquisito


MONTENEGRO 10

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