22 agosto 2011

De excusas y autocríticas

“Rescato la actitud de los muchachos. Me voy conforme porque hubo actitud y el equipo demostró que quiere salir adelante. Quisimos ganar pero lamentablemente los fallos arbítrales no nos favorecieron y así se hace difícil”.


Declaraciones como esas por parte de los técnicos un vez acabado un partido ya son comunes en el fútbol argentino. Se rescata “la actitud de los muchachos” aún cuando éstos hayan jugado a no jugar (“somos conscientes del rival que tenemos enfrente”). Aún cuando hasta el que sabe poco de fútbol pero algo sabe se da cuenta desde la tribuna que el problema no fue ni el arbitraje ni la actitud, sino por no respetar la simple máxima de pasarle la pelota a los de la misma camiseta. Pero claro, si por lo menos se rescata “la actitud de los muchachos” quiere decir que el equipo “tiene ganas de salir adelante” y que además “vamos a trabajar más en la semana”. Y si no se acusa al árbitro como al principal impedimento para haber ganado, la excusa es que el otro equipo se tiró demasiado atrás o se dedicó “sólo a pegar”. Por eso cuando un equipo juega mal, en vez de admitirlo se apela a la siempre oportuna “rescato la actitud de los muchachos”.
La saludable postura de hacer autocrítica no es una actitud que escasea sólo en el fútbol. En otros ámbitos también, por supuesto, pero es para destacar, no obstante, cuando hay técnicos que marcan una excepción y recurren de vez en cuando a ella. “Tuvimos un bajo rendimiento y me voy preocupado. No me gustó nada cómo jugó el equipo. Los neutralizamos la mayor parte del partido pero le cedimos la iniciativa. Rafaela nos llevó a su juego y terminó ganándonos bien”, reconoció sin problemas el técnico de All Boys, José Romero, un entrenador que, por cierto, también se ha mostrado diferente a sus colegas en otras facetas. Ayer su equipo perdió de local ante Atlético Rafaela luego de ponerse en ventaja al minuto de comenzado el encuentro. Por supuesto, Romero admitió también que no supieron aprovechar la rápida ventaja en el marcador. No así pensó su dirigido Agustín Torassa: “No es de llorón pero ganaron con un gol fortuito”. Sería bueno que cuando a All Boys le toque ganar de esa manera (si es que se cierta lo afirmado por Torassa), el propio futbolista admita ante los micrófonos la razón del triunfo.

Otro equipo que no ganó en lo que va del campeonato es Godoy Cruz, el prolijo club de Mendoza que ya se asentó en Primera. Su técnico, Jorge Da Silva, pocas veces se escudó en excusas cuando los rendimientos fueron flojos. Ni la derrota de ayer ante Tigre por 2-1 lo indujo a caer en ellas. “Me hago responsable de todo. Pagamos muy caros nuestros errores. Tenemos que dejar de jugar a los pelotazos, así no vamos a lograr nada”, se sinceró el entrenador uruguayo. Honestidades como estas le hacen bien al fútbol argentino.
Omar Asad, el entrenador de San Lorenzo, se había quejado hace dos fechas del planteo ultra cauteloso con el que Lanús lo derrotó en el Nuevo Gasómetro. “Puso dos micros atrás. Esos planteos le hacen mal al fútbol”, despotricó el Turco al mismo tiempo que aseguraba que él iba a salir a atacar a todas las canchas. La fecha pasada fue su equipo el que ganó como Lanús a ellos. Venció a Estudiantes en La Plata atacando poco y aprovechando una ráfaga de lucidez de Emmanuel Gigliotti y Gabriel Méndez. Lo previsible: en ningún momento se refirió a ello Asad, y es más, hasta duplicó la puesta afirmando que la victoria “fue justa”.

Como se dijo, no sólo en el fútbol es que escasea la autocrítica. Tal vez a los entrenadores les molesta cuando este llamado de atención proviene del periodismo, pero deberían saber que también aquí es necesaria reflexionar sobre los modos de actuar. Tampoco se pretende que cuando sus equipos jueguen mal, lo admitan ante los micrófonos. No es necesario. Con que la autocrítica aparezca en algún momento, ya es suficiente. Después que sea en la intimidad o de manera pública, es una nimiedad. Pero cuando ocurre en lo segundo, vale destacarlo como noticia.

09 agosto 2011

Hablar sin rubor ni autocrítica

OPINIÓN
Por Sebastián Etcheberry


Ya es común en el fútbol argentino. Las famosas declaraciones cruzadas. Siempre a través de los medios, siempre por medio de un micrófono, un grabador o lo que fuere y casi siempre igual, desafiantes, con promesas de venganzas inentendibles y nunca de frente. Hay salvedades, por suerte, que merecen aplausos.

“Me pareció mal lo que hizo Mattera, fue de poco maduro. Me lo podría haber dicho de frente y adentro del vestuario”, dijo Matías De Federico ayer sobre unas viejas declaraciones del secretario general de Independiente en las que acusaba al jugador de haber venido “de vacaciones”. Al margen de que el futbolista tenga o no razón en reclamarle a Mattera frontalidad, en parte se equivoca, ya que, ¿qué está haciendo él? ¿Respondiéndole de frente, diciéndole su opinión sobre esos dichos en privado, en el vestuario, o a través de los medios? De Federico cayó en lo mismo que le disgustó del directivo. Tampoco hay que ser tan categóricos contra los protagonistas del fútbol, porque, en definitiva, es el periodismo el culpable de tantas polémicas. Porque esto hay que decirlo, es el periodista el que provoca a veces estos cruces dialécticos, el que hace que declaraciones que deberían pronunciarse en privado se hagan en público. Si el cronista no le preguntaba a De Federico sobre esos dichos de junio, la respuesta “quiero taparle la boca a todos”, agresiva, desafiante, tampoco hubiera existido. También depende de De Federico aprender a usar las palabras y a manejarse ante las preguntas de los medios que buscan polémica. Lo ideal sería que el tema acabe acá, o que siga, pero que el público no se entere de su final, que siga pero en el ámbito que corresponde.

Por otro lado, en otra disputa verbal andan involucrados el técnico de San Lorenzo, Omar Asad, y el de Lanús, Gabriel Schurrer. No obstante, éstas son de otro calibre ya que apuntan a planteamientos futbolísticos. “Lanús puso dos micros atrás. Esos planteos le hacen mal al fútbol”, apuntó Asad tras la derrota del domingo. A lo que Schurrer, tocado por el comentario de su colega, replicó: “Yo entiendo que la manera de tapar sus limitaciones es fijarse en los demás, pero esto es largo y cuando acabe el torneo veremos cómo termina uno y otro en la tabla de posiciones y qué equipo genera más fútbol y cuál no”.

Tendrá razón Asad, tal vez, en que un planteo defensivo, por más legal y lícito que sea, atenta contra el espectáculo del fútbol (un deporte que se juega), pero, lamentablemente, Schurrer también tiene todo su derecho a no respetar esa norma. Lo preocupante en todo esto es la pica constante a través de los medios, siempre presos estos a ir en busca de la declaración más picante, la que más devoluciones, más réplicas del mismo tono pueda obtener. La postura de De Federico de reclamar fontalidad y luego hacer todo lo contrario a lo que él mismo critica, el pedido exagerado de Julio Barraza de que Pompei “deje de dirigir en el fútbol argentino porque su soberbia es detestable”.


Tiene que entender el Turco Asad que eso, entre otras cosas, obvio, es lo que le hace mal al fútbol. También le hace mal al fútbol el maleducado, inaceptable e indefendible escupitajo del “hincha” de Olimpo a Riquelme. Y el jugador de Boca se resignó a decir: “La gente esta acostumbrada a hacer estas cosas en nuestro país. No pasa nada. Así estamos”. Quién sabe si piensa otra cosa internamente de ese hincha. Algún que otro motivo para enfadarse con lo que vivió tiene. Lo saludable es que ese pensamiento no haya sido título de ningún diario. Hay que agradecerle entonces a Riquelme, por volver a mostrarse diferente al resto.

Roman Exquisito


MONTENEGRO 10

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