Lo oculto del amistoso entre Brasil-Zimbabwe
Detrás de la victoria de Brasil ante Zimbabwe por 3-0 en el amistoso jugado ayer de cara al Mundial de Sudáfrica hay una historia que pocos saben. El negocio del fútbol lo permite todo y por eso no parece extraño que sucedan cosas como estas. Al menos así lo piensa Mugabe. 
Resulta que en Zimbabwe, el 95% de los habitantes están debajo de la línea de la pobreza y más del 90% de la población adulta sufre el desempleo. Ahora, el dato es el siguiente: para dicho encuentro se gastó 1.800.000 dólares, algo que para Brasil le vino perfecto pero que suena a locura de expendio en el país africano. Al que se le ocurrió esta excelente movida fue Robert Mugabe, el único presidente que conoció Zimbabwe desde su independencia en 1980. De primer ministro se autodenominó presidente en 1987 y viene imponiéndose y arrasando en todas las elecciones hasta el momento. Claro, muchas veces acusado de fraude electoral. Lo cierto es que Mugabe logró silenciar a la oposición hasta convertir su gobierno en una dictadura, entonces, ¿Alguien se le iba a oponer a organizar este partido y a gastar lo que se gastó? Seguro que si, ahora que se vaya a animar a hacerlo público...
En el estadio Nacional, donde se jugó el amistoso, hubo 50.000 personas a pesar de que la entrada valió 10 dólares. Como el ingreso mensual promedio es de 100, el ticket significó un 10% en los fondos económicos de cada uno. Poco importo al presidente que entró al campo de juego y saludó a los protagonistas. La visita de Brasil fue histórica -deportivamente- pero no tapa las desgracias de un país cuya expectativa de vida es de 37 años para los hombres y 34 para las mujeres.
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