04 diciembre 2011

Sin identidad, entrar a la Libertadores seguirá siendo un utopía

Independiente no pudo contra sus propias limitaciones y terminó empatando 1-1 ante los pibes de Newell’s. Pérez abrió la cuenta para el visitante en la primera etapa y el juvenil Martín Benítez con furibundo remate en el complemento puso el empate.



Independiente volvió a dejar una pálida imagen al empatar 1-1 ante Newell’s en el Libertadores de América. Precisamente en ese estadio que lleva el nombre de la obsesión de la que ya se va despidiendo. No sólo por los puntos, tan necesarios, sino por el juego que ofrece en el mismo campo, escenario antes, de majestuosas exhibiciones de fútbol. El equipo no contagia, no convence, no emociona. Independiente careció de ideas a la hora de atacar a un Newell’s plagado de pibes que lo respetó demasiado, porque, si se animaba un poco más podría haberse llevado un premio mayor. Así, entonces, el sueño de jugar el torneo continental se escapa fácil e inevitable.


Ramón Díaz había logrado en lo últimos partidos algo que Mohamed no: que Defederico jugara bien, que volviera al nivel que alguna vez mostró en aquel mítico y ya lejano Huracán de Cappa. Ante Newell’s, Defederico volvió a ser el que irritaba al hincha de Independiente por la intrascendencia. Durante todo el primer tiempo no apareció y el equipo lo sintió. Es que en realidad, todo el mediocampo falló en esa primera parte en la que desde el comienzo Newell´s salió decidio a buscar los tres puntos. Ya a los dos minutos probó Mateo con un disparo desde afuera del área que se fue alto, y Urruti, en la jugada siguiente, recibió solo en la puerta del área pero fue atorado rápidamente por Gabbarini que impactó con el delantero y obligó a la entrada de los médicos.

Independiente cometía dos grandes riesgos. Defendía en línea y muy cerca de Gabbarini, demasiado replegado. Así, cuando Newell’s presionaba quedaba en evidencia su fragilidad. Para colmo, ni Vallés ni Maxi Velázquez explotaban las bandas. Estaba la intención pero fallaban en la concreción. A los 7 minutos nuevamente Mateo probó desde lejos e Independiente que seguía sin salir.


Recién a los 10 se acercó al arco defendido por Peratta pero con un tiro de Julián Velázquez desde extremadamente lejos. Innecesario y sin sentido. Newell’s mermó en la presión e Independiente encontró en eso la oportunidad para buscar más la valla rival. Pero estaba demasiado apurado y dividía la pelota constantemente. El más activo era Benítez que se lamentaba por la ausencia de socios, principalmente de Defederico. Independiente confundía paciencia con estatismo. En ese contexto llegó el gol de Newell’s a los 17 minutos. Pérez avanzó y le ganó en el anticipo a Milito, tiró un taco y el rebote en Julián Velázquez le volvió a él. Ya dentro del área chica, levantó la cabeza, lo vio a Gabbarini y sin dudar sacó el remate cruzado y a media altura. 1-0 y delirio de la poca gente rosarina y de su técnico Cagna que se ilusionaba con cortar la racha, a esa altura, de 12 partidos sin victorias.


Pérez insinuó con tomar la batuta del equipo con un par de jugadas y un fortísimo remate desde afuera del área que puso en aprietos a Newell’s pero al poco tiempo su incidencia se apagó. A partir de ahí, entre las impericias de Independiente y la poca audacia de Newell’s, el partido ganó en bostezos. Reclamos desde la tribuna para los mediocampistas de Independiente (Godoy y Pellerano, principalmente) que todas las pelotas las jugaban para atrás. Recién a los 36 minutos el Rojo pisó fuerte el área de Newell’s. Tras un corner, Maximiliano Velázquez cabeceó solo y la pelota dio en el travesaño. El rebote le quedó al otro Velázquez, Julián, y tapó igual Peratta, y luego Maxi, de vuelta y sobre la línea, la tiró por encima del arco. Increíble. Independiente buscaba el empate con empuje, sin argumentos. Evidencia incuestionable esta de que Defederico no aportaba mucho. Encima, casi sobre el final Newell’s ampliaba la ventaja con otro escape de Pérez que Milito no pudo evitar.


La gente despidió al equipo con silbidos y pedía un cambio para el segundo tiempo. Y éste pareció llegar. Ramón Díaz metió a Pato Rodríguez, y a Fredes por Pérez y Pellerano para aunarle al equipo más audacia, más ambición. La idea era que el Pato encarara por izquierda y Fredes le diera más juego a ese doble cinco que ahora compartía con Godoy. El complemento comenzó entonces con más llegadas, haciéndose entretenido y de ida y vuelta. Y el fruto llegó recién a los 5 minutos. Pato Rodríguez encaró por izquierda y ubicó solo en el centro a Martín Benítez, el juvenil de 17 años que estaba jugando su segundo partido en la máxima categoría (el primero como titular). El pibe recibió y sin pensar demasiado sacó un terrible disparo que se coló en el ángulo superior ante la impotente estirada de Peratta. Un derechazo que no sólo sirvió para el empate sino que también tendrá el sabor de los recuerdos inolvidables para este misionero por el que bien apostó Ramón Díaz. Dos minutos más tarde Parra recibió de Defederico en la puerta del área, la quiso colocar y la pelota se fue besando el poste. Se juntaron los habilidosos por un momento y el clima cambió. Quedando claro una vez más que el fútbol es una cuestión de ánimo, de contagio. Pero eso sólo fue. Porque ese contagio poco a poco se fue disipando e Independiente volvió a la intrascendencia del primer tiempo. Huérfano de ideas y de una idea clara en la cual refugiarse.


Una tijera de Falcone pasó cerca y otro remate desde lejos, nuevamente de Mateo, intranquilizó al local. A los 20 minutos Ramón Díaz hizo el último cambio al meter a Brian Nieva por el pibe Benítez, quien se fue despedido con una ovación que quedará en la retina de su memoria, seguramente, por mucho tiempo. Qué mejor que esos aplausos y ese sonido tan cálido de miles de voces juntas coreando un mismo nombre pudiera recibir un pibe que recién está dando los primeros pasos en Primera de una carrera de la que todos auguran que será promisoria. En fin, con la ida de Benítez se fue también el fútbol en Independiente. Pato inquietó con un gran tiro desde lejos que bien contuvo Peratta, pero era eso, nomás, chispazos y apariciones fugases. El resto, jugadas de poca consistencia, nulo volumen.




Parecía que sobre el final, cuando el partido ganó en emoción producto de numerosas oportunidades de gol en los dos arcos, se lo pudo llevar Independiente con esos dos remates por parte de Defederico y de Rodríguez, pero una victoria no hubiera cambiados los conceptos. El empate había llegado en un momento de contagio. La urgencia de Independiente antes de pensar en ingresar a esa Libertadores cada vez más lejana y utópica debería ser encontrar una identidad, un estilo. Esas cosas básicas que son cómo defender, cómo atacar, por dónde y con quienes. Con qué ritmo, con que frecuencia o intensidad. Son buenas las intenciones de Ramón Díaz de ir probando juveniles de cara al próximo torneo. Porque en este que ya se acaba, (a Independiente le queda visitar a San Lorenzo –probablemente ese jueves- y recibir en la última fecha a Tigre) pocas veces se pudo advertir un patrón de juego. Hace tiempo que está Díaz en la conducción y no pudo imprimirle su idea futbolística. Entonces pensar en entrar o no a la Libertadores, hoy suena como una zanahoria, como una meta para mantener en vilo las motivaciones. Pero al margen de eso, que es bueno y saludable, habría que perfeccionar la búsqueda de una identidad. Eso que ni ante los pibes de Newell’s pudo encontrar.

1 comentario:

  1. Como estas, te dejo comentario acá porque no encontre mas tu blog de dibujos. Vos una vez dejaste un comentario en uno de mis blog y quería invitarte a que conozcas las modificaciones y los nuevos chistes y dibujos.
    Las direcciones de mis blogs son:
    Cachobasualdo.blogspot.com
    Humorporelfutbol.blogspot.com y
    Juanperdedor.blogspot.com
    Saludos y muy buena nota la que escribiste. Segui adeante, yo tambien soy periodista. Es dificil el medio pero es una pasión linda de vivir

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Roman Exquisito


MONTENEGRO 10

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