ESTUDIANTES 2-1 CRUZEIRO
ES ESTUDIANTES, CAMPEÓN DE LA LIBERTADORES
En 1970 Estudiantes ganó su última Copa Libertadores de America ante Peñarol, la tercera consecutiva y tercera de su historia. En 1971 iba en busca de la gloria y la cuarta al hilo. Pero Nacional le puso fin a la ilusión y lo dejó al equipo de Zubeldía y de Juan Ramón con las ganas. Cuatro años más tarde, un 9 de marzo, Juan Ramón le metía un gol -de tantos otros- a Gimnasia de la Plata en un empate 3-3. Aquel gol a los triperos significó mucho, pero fue mucho más cuando volvió a los vestuarios a enterarse de que ese día nacía Juan Sebastian.
Hoy, 34 años más tarde, aquel nene levanta la cuarta Copa en la historia de Estudiantes y continúa y desanda el camino de gloria que había empezado hace tiempo su padre. Hoy la dinastía continúa y aquel nene se convierte en leyenda. Unos días antes, y con sinceridad pura de por medio, Juan Sebastián le confesaba a su viejo, Juan Ramón, que su sueño era “jugar una final como vos” y que "Cambiaría todos mis logros y todo lo que gané en Europa, por este título". La Bruja lo miraba con ternura y entendía que la historia pincha estaba en buenas manos.
Y por eso llora. Por eso se tira. Se ríe y besa el pasto emocionado. Se levanta y no puede dominar sus sentimientos, llora y no para. ¡Estudiantes Campeón de la Libertadores! Es Verón, Juan Sebastián. El capitán, el crack, el ídolo, el líder y el caudillo. El presidente de la cancha, el técnico en el campo de juego. Es el Hijo de Juan Ramón, el sinónimo absoluto de Estudiantes. ¡Estudiantes Campeón de la Libertadores! Y por eso se envuelve en una bandera roja y blanca por un lado y blanca y celeste por el otro. Y la usa de pañuelo, se seca las lágrimas, pero es en vano porque vuelven a brotar, fluyen inevitables. Porque lo siente así y porque es así. ¡Estudiantes Campeón de la Libertadores! La consagración ya es un hecho. Por eso también corre y salta, se abraza con sus compañeros y con su aliado, Calderón, aquel al que convenció para que lo acompañe a Dubai y continuar la aventura que empezaron juntos. Que no se retire, que vea lo que es eso, que busque más gloria.
Es Verón, Juan Sebastián. Y por eso se pone esa remera que también estuvo en el Apertura 2006, que reza “Ruso, Estás con nosotros” y recuerda a Edgardo Prátola, el ex -jugador del club, fallecido en 2002. Es Verón, Juan Sebastián. Es el referente del plantel y por eso da la cara y por eso habla: “Esto es para toda la gente que nos bancó. Que lo disfruten. Se lo dedico a mi señora, a mis hijos, a mi vieja, a mi viejo, a los que me quieren y a los que no me quieren, a todos. Esto para toda la gente de Estudiantes, esto es de ellos” dijo emocionado y entre lágrimas, que no cesan y se niegan a parar, el corazón no lo permite, el sentimiento le brota y es más fuerte. Más fuerte que ese corte y esa cicatriz en el pómulo izquierdo que es secuela del partido de ida, en La Plata, y que delanta a modo de evidencia la entrega del capitán.
Es el heredero de una dinastía rojiblanca, que se extiende y se expande por todo America. La America conquistada y dominada. Es hincha jugador, es leyenda y gloria. Como Estudiantes, Campeón de la Libertadores, tetracampeón del Continente.
Y como desde que llegó, desde que volvió, allá por el 2006 fue fundamental. Fue fundamental a lo largo de toda la copa y fue fundamental también ayer, también en la final. Como su padre lo era, como Juan Ramón. Ayer, Juan Sebastián tuvo carácter y con su juego llevó a Estudiantes a donde está. Fue inteligente y rápido, fue un estratega, al abrir a la derecha y tocársela a Cellay que para que este tire el centro y la Gata Fernández lo empate. Luego de eso siguió. Dejó su huella. En la Copa y en la historia pincha. Por eso llora y se levanta se emociona. Levanta la copa como nadie, o más bien sí, como su padre, como Juan Ramón, que es lo mismo. Es Estudiantes. El mejor del continente. Es Verón. Es Juan Sebastián y Juan Ramón, que en definitiva es lo mismo: Es Estudiantes, Campeón de la Libertadores.
En 1970 Estudiantes ganó su última Copa Libertadores de America ante Peñarol, la tercera consecutiva y tercera de su historia. En 1971 iba en busca de la gloria y la cuarta al hilo. Pero Nacional le puso fin a la ilusión y lo dejó al equipo de Zubeldía y de Juan Ramón con las ganas. Cuatro años más tarde, un 9 de marzo, Juan Ramón le metía un gol -de tantos otros- a Gimnasia de la Plata en un empate 3-3. Aquel gol a los triperos significó mucho, pero fue mucho más cuando volvió a los vestuarios a enterarse de que ese día nacía Juan Sebastian.Hoy, 34 años más tarde, aquel nene levanta la cuarta Copa en la historia de Estudiantes y continúa y desanda el camino de gloria que había empezado hace tiempo su padre. Hoy la dinastía continúa y aquel nene se convierte en leyenda. Unos días antes, y con sinceridad pura de por medio, Juan Sebastián le confesaba a su viejo, Juan Ramón, que su sueño era “jugar una final como vos” y que "Cambiaría todos mis logros y todo lo que gané en Europa, por este título". La Bruja lo miraba con ternura y entendía que la historia pincha estaba en buenas manos.
Y por eso llora. Por eso se tira. Se ríe y besa el pasto emocionado. Se levanta y no puede dominar sus sentimientos, llora y no para. ¡Estudiantes Campeón de la Libertadores! Es Verón, Juan Sebastián. El capitán, el crack, el ídolo, el líder y el caudillo. El presidente de la cancha, el técnico en el campo de juego. Es el Hijo de Juan Ramón, el sinónimo absoluto de Estudiantes. ¡Estudiantes Campeón de la Libertadores! Y por eso se envuelve en una bandera roja y blanca por un lado y blanca y celeste por el otro. Y la usa de pañuelo, se seca las lágrimas, pero es en vano porque vuelven a brotar, fluyen inevitables. Porque lo siente así y porque es así. ¡Estudiantes Campeón de la Libertadores! La consagración ya es un hecho. Por eso también corre y salta, se abraza con sus compañeros y con su aliado, Calderón, aquel al que convenció para que lo acompañe a Dubai y continuar la aventura que empezaron juntos. Que no se retire, que vea lo que es eso, que busque más gloria.
Es Verón, Juan Sebastián. Y por eso se pone esa remera que también estuvo en el Apertura 2006, que reza “Ruso, Estás con nosotros” y recuerda a Edgardo Prátola, el ex -jugador del club, fallecido en 2002. Es Verón, Juan Sebastián. Es el referente del plantel y por eso da la cara y por eso habla: “Esto es para toda la gente que nos bancó. Que lo disfruten. Se lo dedico a mi señora, a mis hijos, a mi vieja, a mi viejo, a los que me quieren y a los que no me quieren, a todos. Esto para toda la gente de Estudiantes, esto es de ellos” dijo emocionado y entre lágrimas, que no cesan y se niegan a parar, el corazón no lo permite, el sentimiento le brota y es más fuerte. Más fuerte que ese corte y esa cicatriz en el pómulo izquierdo que es secuela del partido de ida, en La Plata, y que delanta a modo de evidencia la entrega del capitán.
Es el heredero de una dinastía rojiblanca, que se extiende y se expande por todo America. La America conquistada y dominada. Es hincha jugador, es leyenda y gloria. Como Estudiantes, Campeón de la Libertadores, tetracampeón del Continente.
Y como desde que llegó, desde que volvió, allá por el 2006 fue fundamental. Fue fundamental a lo largo de toda la copa y fue fundamental también ayer, también en la final. Como su padre lo era, como Juan Ramón. Ayer, Juan Sebastián tuvo carácter y con su juego llevó a Estudiantes a donde está. Fue inteligente y rápido, fue un estratega, al abrir a la derecha y tocársela a Cellay que para que este tire el centro y la Gata Fernández lo empate. Luego de eso siguió. Dejó su huella. En la Copa y en la historia pincha. Por eso llora y se levanta se emociona. Levanta la copa como nadie, o más bien sí, como su padre, como Juan Ramón, que es lo mismo. Es Estudiantes. El mejor del continente. Es Verón. Es Juan Sebastián y Juan Ramón, que en definitiva es lo mismo: Es Estudiantes, Campeón de la Libertadores.
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