11 julio 2009

Volver a La Nuestra
Dicen que cuando uno está perdido y ya no encuentra el rumbo debe volver a los orígenes, a sus raíces. Recuperar el pasado y arrancar de cero. Es lo mejor, y lo más recomendado. Ante la desesperación y la pesadilla, y ante la inminencia de un fracaso uno debe volver a su hogar, a su casa, a sus raíces. Volver a donde nació.

Esto funciona tanto para la vida como para tantas otras cosas. Y porqué no para el fútbol también. Y claro, es que este es el gran error del fútbol argentino. El exitismo y los pensamientos resultadistas de tantos técnicos y de tantos hinchas en el que vive la sociedad y nos vemos envueltos no nos deja volver. Es un obstáculo en la solución, un palo en la rueda. Y es que entonces, ¿Quién se anima a volver a la vieja identidad del juego argentino? ¿A recuperarla? Esa a la que llamamos "La Nuestra", que privilegia un toque, un caño, una gambeta y cualquier manifestación artística y creativa. La libertad de expresión. Esa que prefiere lo bello a lo mezquino, lo lírico a lo físico. ¿Quién?

En estos tiempos el único que fue capaz de atreverse fue Don Angel Cappa y su Huracán, "El equipo del pueblo". El discípulo del gran Cesar Luis Menotti propuso y presentó de manera clara y sencilla su idea de volver a los orígenes, a lo que le gusta a la gente, Nuestro fútbol. Por eso es tan querido y ponderado por la prensa, por eso llegó hasta donde llegó de manera tan simple y arrasadora, y Velez tiene que entender que se lo elogia al Globo porque fue capaz de recuperar la vieja identidad del fútbol argentino, La Nuestra. Y esto no significa restarle méritos de campeón al conjunto de Gareca.

Son estilos, distintas formas de ver el fútbol. Los de Liniers tendrán también sus virtudes de solidez, fortaleza, y seguridad, pero no mostraron el viejo estilo, el característico del fútbol argentino, aquel al que llamamos -y reitero- La Nuestra. Porque es nuestra y tal vez de Uruguay, de Sudamérica. Pero exclusivamente Nuestra. Es el fútbol que nos inculcan de chico (cada vez menos y ahí hay otra causa del problema de su desaparición) y con el que soñamos de pibe. Europa y el Mundo entero nos envidian esa virtud, pero ahora se regocijan porque está desapareciendo y el nivel entre ellos se equilibra. Y no nos damos cuenta. Ya murió el enganche, no está más, quedan unos pocos, pero con fecha de vencimiento. ¿Vamos a permitir ahora olvidarnos de la tradición, de la historia... de La Nuestra?

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